sábado, 21 de abril de 2007

La picardía del Cundeamor




Cundeamor, matita verde enredadera que engalana al verano. Le encanta una empalizada. Juega al amor con ella, abrazándola, enredándose entre sus palos,trepándola para ir repartiendo primero sus flores amarillas con ligeros tonos rosados, y luego, en los días siguientes, sus frutos en forma de capullos con perfecto equilibrio del color naranja con leves trazos de amarillos. Así destacan sobre las empalizadas llamando a los pájaros, y también a los niños, y ambos golosos suelen darse un festín. Y los niños comiendo cundeamor se trastocan en pájaros o los pájaros picoteándo el cundeamor se trasfiguran en niños. Crece no solo sobre las empalizadas, sino también sobre pequeños arbustos o en tierras frescas, y unas y otros se alegran por tan singular huésped. Donde haya una matita de cundeamor habrá jardín de manos de niños, picos de pájaros, abejas, mariposas y un sinfín de insectos: es colmena de vida como merienda en verano para todos los que quieran llegarse.

Flores de cundeamor, alegres en sus coloridos, duran un solo día, se oye decir. Al siguiente, se marchitan, y resisten casi otro día, para luego, en un milagro de vida, nacer los apetitosos frutos. También duran pocos días, pero suficiente para la gran comilona de pájaros y niños. Y los que logran quedar en pie van poco a poco secándose, entre retorcidos movimientos, para ir soltando sus semillas a la tierra acogedora o viajar en los estómagos de los pájaros hacia otros parajes donde en nuevo verano volverán a brotar para repetir la fiestas a sus siempres invitados.

Los niños querían saber la verdad: ¿duran un solo día? ¡Vamos a ver si es verdad! Y a pleno sol o empezando la mañana llegaban hasta las vivarachas maticas de cundeamores. Se instalaban frente a sus flores, y con mirada fija y curiosa pretendían espiar su crecimiento hasta el punto del nacer de su fruto. Pero llegaba la tarde, y finalizaba el día, y las flores impávidas, riendo en sus colores, parecían negarse a probar el dicho de “que flores de cundeamor duran un solo día”.

Pero al día siguiente, por acto de algún mago invisible, las flores habían desaparecidos. Y no se veía siquiera rastros, con todo y eso, de que los niños marcaban previamente las flores, como selección anticipada del fruto preferido. Y los frutos nacían sin atender a estas marcas. Y ahí estaban todos, brotados los frutos de cundeamor. Y sobre cada ramita enredadera, en hileras se ofrecían tentadores. Y si ayer, reían las flores ante los ojos observadores, ahora los frutos, en un hoy verano, se desgranaban en carcajadas ¿y que pasó? ¿Dónde están las flores? Ni huellas leves dejaron ¿Y de donde vinieron ustedes? Pero solo, en respuesta, flotaba la invitación tentadora del suculento fruto. Y pájaros y niños, por convocatoria secreta, se apresuraban a la cita con verdadero deleite.

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