lunes, 13 de octubre de 2008

Sueño



Múltiples maneras tiene el árbol para asegurar su existencia sobre la tierra. Su sociedad, su flor, su fruto, sus semillas, sus hijos son sus medios maravillosos para esta existencia. Y entre el verdor que difunde destaca el árbol de fruto dehiscente. Su flor se hace fruto, que luego madura. Se hace apetitoso, gracias al sol y a la lluvia. Y el asombro de la dehiscencia, lo abre para esparcir sus semillas en el viento, en las aguas, y en el vuelo de las aves. Y en el brote de sus infinitos hijos queda prolongado en el espacio y en el tiempo. ¡Sabe vivir!, y es sostén de vida humana.

También el hombre viene al mundo, dotado de múltiples maneras para abrir su vida plena sobre la tierra y sembrarse en el universo. Y entre estas maneras, en especial, sus hijos. Mientras que el árbol hace siglos aprendió, el hombre todavía trata de hacerlo, y una pequeña parte de su sociedad, continúa en la lucha por realizar esa maravillosa tarea de vivir. También el hombre es un Ser dehiscente, y se afana en nunca dejar de hacerlo. Es cuestión de tiempo -y de mucho amor-, esperar a que concluya su aprendizaje, a retomar su antiguo decisión de vivir. El tendrá que aprender a vivir, y a prolongarse en la existencia de sus hijos, el único camino verdadero de la vida. Y dentro de esa multiplicidad de maneras, el sueño es una de ellas, una de sus tantas dehiscencias… Y esto lo digo a propósito de la visita de un amigo. Un amigo que en el tiempo finito, e infinito, se hizo, para siempre, un hermano. En vida física y fínita, le llamábamos el "fantasma". Y ahora, en su vida pura espiritual, con más razón, lo seguimos llamando.



"Marina", de Claude Monet


En el alba de un domingo

Un hermano a quien amo me llegó en una naciente alba
deshaciendo las cálidas brumas de mi envolvente sueño
en un inesperado día que me entrega su conocido rostro
su andar sin apuro y su habitual signo de silencio
como quien persigue siempre ignotas respuestas
de antiguas preguntas que esconden la anhelada vida

Y celebramos vernos pero sin sentir sorpresa
muy animados por la ruptura de una espera
que siempre asoma bajo el umbral de una ventana
deshojando un tiempo que tarda en llegar


Y rota la incógnita
nos envolvimos en palabras de hermanos
como si estuvieramos viéndonos todos los días
y nunca hacer nave hacia otras dimensiones de la vida
junto fuimos a ver un sembradío de ignotos seres
a cancelar unos incomprensibles derechos exigidos
a nombre de destinatarios de identidades borrosas
entre las franjas de luz del éter


Y en un momento no definible pero de contorno real
una presencia de mujer sale a nuestro encuentro
entregándonos repetidos gestos de afectos
muy entusiasmada al entrar a nuestros brazos
mitad de su cuerpo en el de él y la otra en el mío
pero su rostro solo quiere reposo en el suyo
sus palabras no las oigo porque todas van a su oído
todo un instante unidos en una sola atmósfera


Me desembarazo un poco del amistoso cerco
dejándoles todo el anillo afectivo a su solo disfrute
mientras me ocupo en observar el lugar donde estamos
y sin extrañeza descubro un sembradío de cruces
en hileras que hacen una geometría poligonal
un sentimiento indefinido flotante sobre sus líneas
en imperceptible amor entrelazado


Y veo a mi hermano deshacer el enlace
para atender el requerimiento de una llamada
en conversación que no oigo le veo alejarse
Y siento la cálida luz de las siete de la mañana
en raudal amarillo entrar por mi ventana
fugazmente miro hacia mi interior
y sin preguntarme absolutamente nada
la alegría sola asciende
en semillitas de un fruto dehiscente







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