
Múltiples maneras tiene el árbol para asegurar su existencia sobre la tierra. Su sociedad, su flor, su fruto, sus semillas, sus hijos son sus medios maravillosos para esta existencia. Y entre el verdor que difunde destaca el árbol de fruto dehiscente. Su flor se hace fruto, que luego madura. Se hace apetitoso, gracias al sol y a la lluvia. Y el asombro de la dehiscencia, lo abre para esparcir sus semillas en el viento, en las aguas, y en el vuelo de las aves. Y en el brote de sus infinitos hijos queda prolongado en el espacio y en el tiempo. ¡Sabe vivir!, y es sostén de vida humana.
También el hombre viene al mundo, dotado de múltiples maneras para abrir su vida plena sobre la tierra y sembrarse en el universo. Y entre estas maneras, en especial, sus hijos. Mientras que el árbol hace siglos aprendió, el hombre todavía trata de hacerlo, y una pequeña parte de su sociedad, continúa en la lucha por realizar esa maravillosa tarea de vivir. También el hombre es un Ser dehiscente, y se afana en nunca dejar de hacerlo. Es cuestión de tiempo -y de mucho amor-, esperar a que concluya su aprendizaje, a retomar su antiguo decisión de vivir. El tendrá que aprender a vivir, y a prolongarse en la existencia de sus hijos, el único camino verdadero de la vida. Y dentro de esa multiplicidad de maneras, el sueño es una de ellas, una de sus tantas dehiscencias… Y esto lo digo a propósito de la visita de un amigo. Un amigo que en el tiempo finito, e infinito, se hizo, para siempre, un hermano. En vida física y fínita, le llamábamos el "fantasma". Y ahora, en su vida pura espiritual, con más razón, lo seguimos llamando.
"Marina", de Claude Monet

En el alba de un domingo
Un hermano a quien amo me llegó en una naciente alba
deshaciendo las cálidas brumas de mi envolvente sueño
en un inesperado día que me entrega su conocido rostro
su andar sin apuro y su habitual signo de silencio
como quien persigue siempre ignotas respuestas
de antiguas preguntas que esconden la anhelada vida
Y celebramos vernos pero sin sentir sorpresa
muy animados por la ruptura de una espera
que siempre asoma bajo el umbral de una ventana
deshojando un tiempo que tarda en llegar

Y rota la incógnita
nos envolvimos en palabras de hermanos
como si estuvieramos viéndonos todos los días
y nunca hacer nave hacia otras dimensiones de la vida
junto fuimos a ver un sembradío de ignotos seres
a cancelar unos incomprensibles derechos exigidos
a nombre de destinatarios de identidades borrosas
entre las franjas de luz del éter

Y en un momento no definible pero de contorno real
una presencia de mujer sale a nuestro encuentro
entregándonos repetidos gestos de afectos
muy entusiasmada al entrar a nuestros brazos
mitad de su cuerpo en el de él y la otra en el mío
pero su rostro solo quiere reposo en el suyo
sus palabras no las oigo porque todas van a su oído
todo un instante unidos en una sola atmósfera

Me desembarazo un poco del amistoso cerco
dejándoles todo el anillo afectivo a su solo disfrute
mientras me ocupo en observar el lugar donde estamos
y sin extrañeza descubro un sembradío de cruces
en hileras que hacen una geometría poligonal
un sentimiento indefinido flotante sobre sus líneas
en imperceptible amor entrelazado

Y veo a mi hermano deshacer el enlace
para atender el requerimiento de una llamada
en conversación que no oigo le veo alejarse
Y siento la cálida luz de las siete de la mañana
en raudal amarillo entrar por mi ventana
fugazmente miro hacia mi interior
y sin preguntarme absolutamente nada
la alegría sola asciende
en semillitas de un fruto dehiscente


En el alba de un domingo
Un hermano a quien amo me llegó en una naciente alba
deshaciendo las cálidas brumas de mi envolvente sueño
en un inesperado día que me entrega su conocido rostro
su andar sin apuro y su habitual signo de silencio
como quien persigue siempre ignotas respuestas
de antiguas preguntas que esconden la anhelada vida
Y celebramos vernos pero sin sentir sorpresa
muy animados por la ruptura de una espera
que siempre asoma bajo el umbral de una ventana
deshojando un tiempo que tarda en llegar

Y rota la incógnita
nos envolvimos en palabras de hermanos
como si estuvieramos viéndonos todos los días
y nunca hacer nave hacia otras dimensiones de la vida
junto fuimos a ver un sembradío de ignotos seres
a cancelar unos incomprensibles derechos exigidos
a nombre de destinatarios de identidades borrosas
entre las franjas de luz del éter

Y en un momento no definible pero de contorno real
una presencia de mujer sale a nuestro encuentro
entregándonos repetidos gestos de afectos
muy entusiasmada al entrar a nuestros brazos
mitad de su cuerpo en el de él y la otra en el mío
pero su rostro solo quiere reposo en el suyo
sus palabras no las oigo porque todas van a su oído
todo un instante unidos en una sola atmósfera

Me desembarazo un poco del amistoso cerco
dejándoles todo el anillo afectivo a su solo disfrute
mientras me ocupo en observar el lugar donde estamos
y sin extrañeza descubro un sembradío de cruces
en hileras que hacen una geometría poligonal
un sentimiento indefinido flotante sobre sus líneas
en imperceptible amor entrelazado

Y veo a mi hermano deshacer el enlace
para atender el requerimiento de una llamada
en conversación que no oigo le veo alejarse
Y siento la cálida luz de las siete de la mañana
en raudal amarillo entrar por mi ventana
fugazmente miro hacia mi interior
y sin preguntarme absolutamente nada
la alegría sola asciende
en semillitas de un fruto dehiscente
