Este diálogo tuvo lugar en un micro espacio del mundo cósmico, a donde pertenece el humanohombre y su Poesía -esencialmente distinto al hombre adulto de este tiempo-, que en su momento advendrá para poblar al planeta Tierra, y al Universo mismo. Poblamiento que necesariamente pasa por una refundación radical del mundo actual, partiendo de una base primaria y esencial: el niño, y su cosmos que trae al nacer, y el sueño. Prácticamente, la creación de otro mundo, antítesis del mundo antihumano de hoy. Y hay dos aspectos -elementales- que sin proponérselo, este diálogo manifiesta: uno, que en este mundo, y por tanto, en su Poesía, no hay nada que sea insignificante, absolutamente nada de condición inferior o superior. Todo lo que en él acontece, tiene una misma, y sola, dimensión, un alto valor, jugando un solo papel. Y, dos, todo acontecimiento, por pequeño que sea tiene una finalidad, y la cual, al final, concurre a la conformación del todo poético. Es como las hojitas que desde la altura de los árboles del bosque caen a tierra para ir formando el humus del suelo, o la pequeñita yema que “inesperadamente” aparece en la rama de un árbol hasta llegar a formar el bosque, o la minúscula gotita de la neblina que baña a las montañas para contribuir a la formación de su manto verde, y de los ríos que las nutren. Y Pensamos, que esta particularidad, precisamente ocurre a causa de esa esencia humanohombre que aún no ha llegado a conformar al Hombre, el Hombre como el gran Poema. Y esta esencia está en los genes del niño como información genética, y cuando nace, la trae al mundo. Cómo conservar intacta esta información, desarrollarla, multiplicarlas, y enriquecerlas en multiplicidad de formas, a todo lo largo de la verdadera Vida, es la hermosa tarea que nos toca asumir, tarea que apenas ha comenzado, y que en algunos actos, gestos y acciones, se puede percibir.
Y este diálogo se da dentro de la poética de la palabra, entre embusterías y pájaros, y ranaverde, en el marco del día de la poesía y de la fecha de nacimiento de Juan Sebastián Bach. Hermosa coincidencia, como linderos de esa poética. De la página http://embusteria.blogspot.com, traemos a nuestros lectores -con la aspiración profunda que se trasmuten en reales creadores- este sencillo acto dialogar.
MIÉRCOLES, MARZO 25, 2009
DEL RELOJ AL TIEMPO CÓSMICO
Hace algunos días colocamos un reloj en estas Embusterías, tal vez con el objeto de incorporar algún elemento de interés. Sin embargo, el creador de los blogs La rana verde, El pájaro amarillo, El vuelo del azulejo y El hilo de cometa, quien es además parte esencial de estas Embusterías, al observarlo, procedió a escribirnos lo siguiente:
Compañera del alma... Su día: ¡pura poesía! que es todos los días... ¿Que le pasó? ¡QUÉ DIABLOS HACE ESE RELOJ ALLÍ! ¿Acaso, las Embusterías necesitan de reloj, requieren que se les mida el tiempo? El día en que una Embustería lo necesite -por ínfima que sea-, sencillamente desaparece, simplemente la vida se hace irrescatable.
Porque ¿qué tiempo necesitamos medir y para qué necesitamos medirlo? Nosotros -los cazadores de embusterias, los que cabalgamos en pájaros amarillos, soltándole el hilo a un cometa, siguiéndole el vuelo a los azulejos, enfrascados en descifrar el secreto del croar de las ranitas verdes-, vivimos para el tiempo, espacio, universo, pero no el que se enclaustra en las diminutas dimensiones de un ser que aún no se habita a sí mismo, sino tiempo, espacio, universo cósmicos.
¡Compañera del alma somos seres cósmicos, y los cósmicos no necesitamos de reloj! ¿O es que alguna pupila de niño necesita reloj, medición del tiempo, para que su iris sea el mismo universo?
¿Acaso, se convirtió en un Adulto? Son los Adultos los que necesitan reloj... ¡Ante la poesía, y por la poesía, protesto por ese el reloj!...
Su mensaje, sencillo, directo y radical como toda embustería, me hizo una indicación que acepto plenamente. En verdad, alguna adulta intromisión se debe haber entremezclado, algún equívoco horario que no se mide por las pupilas de los niños. Algún calendario que no se rige por las dimensiones astrales de cielos inéditos. En las embusterías ciertamente no hay espacio para un reloj. Porque no pertenece al mundo de las prisas ni de las cuestiones circunstanciales que se miden, agrupan, y disciernen por marcos de fecha y fronteras de tiempo.
Su belleza es inagotable. Su imaginación ilimitada. Su esencia abarca la magnitud del universo conocido y por conocer. Su umbral es el misterio y los milagros. Su razón de ser, la razón que aun no encontramos en nuestra humanidad en desuso. En consecuencia, he recibido el reclamo y he procedido a retirar de inmediato ese reloj.
Ojalá sirva esta advertencia para que cada uno de nosotros pueda, en algún lugar recóndito del alma, del corazón o de las pupilas, suprimir los relojes que nos atan y detienen, que nos encierran y miden hasta el momento de nuestras despedidas, para liberar nuestras fuerzas interiores, esas que continuarán sus migraciones por los cielos de la vida, en forma de átomo, célula, pájaro, nebulosa o polvo cósmico, reinventando la alegría en medio de los arcoiris, de las dunas de marte, de los columpios que se dibujan en la superficie de las lunas, y de ese océano vasto que se asoma a los párpados de los niños a la hora de escribir sus embusterías en los filos de días que no concluyen. MS