miércoles, 30 de noviembre de 2011

Cuanto vivir para amar a los hijos

Y llegará el tiempo de contar los niños
como contar los hijos
como contar los pájaros
como contar las piedras
como contar estrellas
y construir la casa
para el solo acto de vivir





Cuántos compases para alegrar o entristecer el alma puede derramar la flauta
cuántos picotazos da el pájaro carpintero al tronco del árbol en el bosque
para abrir el agujero que a alguien le servirá de nido
cuántos trinos componen la melodía del pájaro ruiseñor que nos muestra la vida
y cuántos fragmentos de esos compases y trinos componen la oda a la alegría
que es ofrenda al hombre que aún no ha hecho suya para aprender a vivir
y en este tiempo cuánto habrá de reír o llorar el niño para llegar a ser el hijo de todos

Cuántas vueltas dan las agujas del reloj para marcar el tiempo del vivir
cuántas veces corren las aguas del río sobre su lecho hasta el mar
que solo sentirlo me remonta hasta los cauces de mí nacer
cuánta fotosíntesis en la alquimia de la hoja hasta el fruto para madurar
que es el mismo hombre en ese camino hacia su constitución como ser social
cuántas veces se mece la espiga de trigo para anunciar a los ojos que miran su sazón
cuántos pasos en su andar da la oruga para llegar a mariposa para cada flor
y cuántos ondas de alegría tiene que emitir esa flor
para vivir en cada franja de color a los ojos del hombre peregrino
cuántos aleteos y chupar el néctar a cambio del polen de la flor
para dar comienzo a la polinización que paso a paso
construye el jardín donde el hombre habrá de solazarse
cuántas pulsaciones y giros del átomo para construir la multiplicidad de la vida

                              

Y cuánto ansía el pecho del niño en el aspirar respirar que construye la vida
cuántos fotones de luz en viaje ininterrumpido hasta mis ojos
para descubrir la constelación que imprimió el signo de mi nacer
cuántos anhelos de la mujer para parir el hijo que la hace madre
y cuántos anhelos esperanzas tuvo aquella bella mujer que se hizo madre
cuando me dio el ser de la vida para vivir
y con cuántos suspiros cuánta transpiración he labrado el amor
a la madre perenne quien nunca ha dejado de tejer el bordado del vivir universal
cuando sobre oleaje de mar se le ve descender del bajel de su risa que cincela el ser
cuántas gotas de melancolía bañan mi piedra frente al mar
desde donde insaciable miro el horizonte donde habita el vivir de mis hijas
y cuántas veces es la misma agua de mar que miro sobre ese mismo horizonte
cuando espero la llegada de las risas de mis hijas amando a sus hijos y
exhalar del pecho cuanta cosecha de alegría que alimenta mi existir

                                 

Y saber que entre estas matemáticas de cuántos aún anda el hombre en busca de su senda
pero cuánta creación aún falta para que el hombre construya el vivir que le corresponde
y en cuántos yo estoy procurando labrar porvenires
cuántos
cuántas
quién quiere contarlos hombre peregrino
cuantos así quiero vivir la vida en la existencia que busca el sueño

Y cuánto recuerdo aquella imagen que juré nunca olvidar
de aquella niña que contando anhelos quiso hacerse madre
para siempre mirarse en las oceánicas pupilas de sus niños
y cuántas veces he imaginado al hijo médico
inclinarse sobre el paciente para entregar la medicina de su alma
para que otra vez haga brotar la alegría
y cuántas veces innumerables veces veo a mis hijas a este hijo
siempre niños y los vuelvo a reunir sobre aquél prado verde
de aquél pueblito de San Diego de los Altos
para otra vez verlos reír y curiosear entre la hierba floreada como fiesta
que ante su sed de saberes les descubre el vivir de las orugas grillos y mariposas
el bullir y transitar laborioso de hormigas y bachacos cortando y
cargando hojitas verdes para el alimento de la vida en la madriguera
y aquél inolvidable contra alto cantar de las chicharritas cuando
antes sus asombrados ojos suavemente presionaba el abdomen
y sin saberlo mis niños a partir de ese jubiloso vivir entre el herbal
darían el comienzo de su propia vital existencia


Entonces, en este acumular vivencias y recuerdos felices
ir  construyendo la memoria inteligente para que los niños siempre tengan
el goce de la vida eslabonado en los secretos de esos tantos cuántos
esa matemática que frente a sus ojos solo brota para construir el vivir


Y contando siempre contando transcurre la vida
contando interrogantes que cada vez van acercando
la esperanza como el suceder de las estaciones
en el ciclo de la construcción de la vida
entonces, en ese andar la muerte que se alcanza
si es tránsito que construye la vida
no para una mera existencia sobre la Tierra
sino como la especie manifestando un vivir que todo lo llena en medio de alegría
un vivir verdadero irrepetible
tarea hermosa que habrá que aprender ejercer
como el oficio que define lo humano
y como jardinero de las estaciones que van surgiendo en el girar de la Tierra
aprender morir para vivir
aprender vivir para morir
y al fin el hombre siempre niño
alcanzar la felicidad

                                                                                                                                                      El niño feliz/Merelio

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