Y en el jardín de embustería
recojo simientes de
Travesía
de soledades que siembro en los hilosdecometa
agregando como abonos lunas nueva y de plenilunio para
que sus mareas las hagan
germinar en travesías de vidas
Y madre padre e hijo las más bellas metamorfosis que
a mujer hombre y niño les han
ocurrido en la vida pero
andan en travesías
de soledades cuando debieran
andar en travesías de alegrías gestadas por el amor
Oh divino amor! que en cada uno de nosotros
prepara surcos de los tiempos
que vendrán
Oh divina fortuna! que nos ha dado una madre
hállese donde se halle para
que germine la vida
Nota/jaced
Sábado, julio 01,
2017
Luna del 30 de junio del 2020 |
Cuántos días
contiene la tristeza
madre cuántas gotas
de melancolía
arrastra una
lágrima cuánta memoria
caben tus abrazos
olorosos a pan
Qué ocurrió que tus
años se hicieron
tan leves que no
llegaste a mirarte en
las pupilas de mis
niños que saben
deletrear tu nombre
al borde de
una foto que nunca
han dejado de mirar
Qué pasó que tu
sonrisa se fue aquietando
hasta dar paso a un
silencio que aún escucho
Te sé doblada sobre
un dolor del que
no hablabas para
que a nadie hiriera
la estructura
quebrada de tus huesos
mientras me
regalaba tus bendiciones
para que yo
arropara en ellas los días
de verte ir hacia
unos adioses que
estaban sembrados
desde tu propio
nacimiento y el mío
adosado a la
ternura que me
entregaste como mi
único escudo
Cómo decirte madre
que cada día
hago de tus
silencios un adagio que
en el interior de
mis arterias escribe
un poema de amor en
medio de estos
tiempos atroces
Gajito de luna nueva
Me sostiene tu temple desolado
tu sonrisa envuelta en un pañuelo
bordado con tu nombre
la persistencia mineral de tu
corazón abrumado que trasegó
toda contingencia mientras encendías
los viernes la lámparas de aceite
en las que reconstruías el rostro
lejano de una abuela que se fue
sin aviso dejándote en los párpados
el sabor de una ausencia que siempre
te acompañó
Con tus sales madre he aliñado
las horas para espantar tanta muerte
que se fragua en medio de una historia
que no le da tregua a la vida
Con tus linos le he tejido envolturas
de flor a los hijos para que salgan ilesos
de las batallas desiguales de un tiempo
destrozado
Nunca te deposité en la piedra madre
porque antes de sembrarte ya te habías
ido conmigo a la morada de los pájaros
al recinto de los jazmines al territorio
de la risa en los que mis niños invocan
tu entidad de luna tu conjuro de laura
recitado al compás de un tango que
siempre entonaste a orillas de ti misma
mientras yo te trenzaba el cabello con
hilos de plata y estrellas fugaces
Luna de plenilunio |
Y desde entonces andas conmigo
en estas travesías de soledades
De la mano te llevo a los nísperos de mi
infancia al patio donde dejamos
aquel ladrido que no escuchamos
mientras un metal le estampaba
una huida a su candor
al cuarto morado donde la otra
abuela detuvo el girar de la vida
aguardando un no sé qué
al instante de los abrazos con los
que resguardabas los sueños que
no tuve sobre un piano que jamás
aprendí a tocar y en la punta de unas
zapatillas que jamás calzaron mis
ansias de danzar sobre la hierba
En este junio centenario madre
me acuesto como tantas noches a tu lado
para escuchar el ritmo de tu respiración
para amanecerte con un manojo de
quereres un tiempo de resurrección
y un espacio para que vengas a
acurrucarte con los niños de mis niños
que te aguardan con pedacitos de luna
apretados entre sus manitas
piedras de mar recogidas en la arena
y un canto de pájaros enhebrado
entre sus rizos para que te quedes
por siempre y para siempre en el
corazón de los lirios en la corteza
de los árboles en el frenesí dorado
de los atardeceres por los que un domingo
de marzo te fuiste navegando en una
luna nueva hacia el recinto de los adioses
que nunca te dimos
30 de junio 1911/30 de junio 2011
Texto y foto/mery sananes