Recogiendo flores/Marc Chagall
Una
mujer
ante
este mundo
anegado
de injusticias
cuando
despunta el día
ama
y
bajo el curso arco del sol
ama
hasta
su ocaso sepia
ama
y
al llegar la noche
sueña
contando sus niños estrellas
y
les ama
ama
tanto
que
su alma es un aljibe de amor
Y
así es su vida
entre
sol y luna
entre
luna y sol
paciente
teje y teje
un tejido de finos hilos de amor
que
empieza con puntadas de amor
y
termina con puntadas de amor
Y precisamente por
este amor
esta mujer hecha de
luna
paciente se ha
cuajado de anhelos
pero que solo han
podido llegar
a vacíos y precipicios
de este mundo
que obstinado es
impermeable a su amor
y por eso levanta este “memorial de alcabalas”
para que el mundo
del porvenir que se gesta
lo tenga en cuenta como
esencial combustible
para abrir los obligados
caminos que conduzcan
No recuerdo cuando nos cruzamos
por primera vez absortos ambos en el
ditirambo de las aguas en el movimiento
cadencioso de las hojas en las coordenadas
de un espacio sin sintaxis
Nos encontramos y decidimos hacer travesía
por un tiempo que intuíamos desde entonces
nos iba a robar hasta las lágrimas y desasistidos
como estábamos iniciamos ese oscuro peregrinaje
por el cónclave de los precipicios donde los días
se extinguen aún antes del alba y por aquellos
verdes acantilados que creíamos eran de pura
ilusión
sin que nos importaran ni los jirones que recogíamos
ni los nuestros que íbamos dejando peldaño a peldaño
mientras intentábamos ascender hacia una cima que jamás existió
sin que nos importaran ni los jirones que recogíamos
ni los nuestros que íbamos dejando peldaño a peldaño
mientras intentábamos ascender hacia una cima que jamás existió
Y llegamos sin haber arribado a flanco alguno
ni siquiera al ángulo cóncavo de un anochecer
exento de pólvora ni a una explanada donde
florecieran los rostros de los olvidados
Y ahora desahuciados de vida que no de ansias
no sabemos si irnos hacia atrás para desahumar
los sacrilegios o si adelantarnos a un orden que
nos aguarda aún más exiguo y degradado
circundado de horror y de muerte
Desde entonces hasta acá hemos inventado
una y otra vez arcoíris sin disponer
de la mirada cristalina de un niño que no
esté amenazado por algún ritual maligno
o un poder desmedido
La piel de los ojos se quedó adherida
a las piedras de mar que alimentaron a
tus cármenes y a las circunscripciones
de una luna que se quedó detenida en
una estación muda
Tú cosiste tu algarabía a un azulejo
a los hilos de un cometa y a un pájaro
amarillo mientras yo llenaba los agujeros
de las chicharras con polen de flor
y vertía cántaros de adagios a cielos
vacíos y colinas calcinadas creyendo
aún que los encantamientos existían
La palabra dejó de verterse en gerundio
y decantada de verbos se hizo canto
de silencios fogata adormecida
adosada a un subjuntivo sin conjugar
Por eso en este agosto no dejo en tus
mares los navíos de rosas de los días niños
ni la fiesta cotoperí de los papagayos
encargadas de clausurarle los suspiros
a los regazos deshabitados
Y sin embargo de este recorrido aún
queda una ristra de imaginerías
como una huella dactilar recostada
sobre el horizonte del universo
texto y foto
mery sananes
16 de agosto del 2014