domingo, 28 de diciembre de 2014

La verdad es mejor que la navidad


Pinturas/René Magritte

La inocencia del niño
manifestando su alegría
cuando juega convirtiendo
todo en maravilloso juguete
o la del botón de una planta
cuando empieza abrir
para hacerse una flor
o el vuelo un poco inseguro
de la mariposa que acaba
de salir de su crisálida
o la del pájaro bajo el alba
cuando comienza su trinar
en la rama más alta del árbol
o de la sutileza del adagio
que inicia la sinfonía
así como la particular manera
del sonreír de un abuelo
cuando ve el reír de sus nietos
y el mismo vuelve a verse niño
o el sentir nervioso de una madre
 que vuelve a ver al hijo ausente
o la de cualquier humano
ante un jardín de flores
que no sabe cuál flor ver primero
o la del hijo que bajo un cielo
 de estrellas revive a su madre
igual la del reír de un niño
ante cualquiera morisqueta
son las esencias de la belleza
que nos ha creado la naturaleza
para el mejor sostén de la vida



Y en estos días que corren, más que otros, propicio para mentir bajo mantos “piadosos”, y por contrapartida, aún más urgente, para decir la verdad, los hijos de los hijos de los hijos –los hijos del presente y del futuro-, en un alto que hicieron de sus juegos en el patio de mi alma, cruzando sus piernas se sientan en mesa redonda sobre el piso, y sus inocencias, construyendo un surrealismo azul que irá abriéndose en sol, comienzan en susurro un diálogo: ¿en verdad qué es lo que llaman navidad? ¿realmente es un espíritu, paz, amor, felicidad? O ¿cruda realidad: sólo es un “espíritu” o trajín comercial que a fuerza de una publicidad milenaria, lo visten de paz, amor o felicidad?  Pero ¿paz, amor, liberación, felicidad de quiénes, para quiénes?

Y se cruzan sus miradas, y sus océanospupilas, destellan chispas perplejas. Pero, ¿es verdad de que ocurre u ocurrió –y seguirá ocurriendo- el nacimiento de un niño dios que nos traerá regalos. Y después, vendrán unos señores que llaman Reyes Magos a adorar a ese niño, y también nos darán regalos? Y las chispas como queriendo hacer fogatas se avivan ¿Pero esos regalos no son los mismos que con su trabajo y amor adquieren nuestros padres y abuelos, u otros que nos quieren, y nos los dan como sus ofrendas? ¿Por qué bajo esa navidad nos ocultan ese esfuerzo y ese amor simbolizado en esos regalos? ¿Pero por qué nos lo ocultan? ¿para qué nos hacen creer que ese engaño puede ser una real y verdadera manifestación de amor? ¿y acaso es amor, justicia, verdad que la navidad nos divida en niños buenos y niños malos, malcriados, los que se portan bien y los que se portan mal…?

Y esa navidad cuenta que ese niño fue concebido entre María y un espíritu santo, y luego nace para liberarnos. Pero ¿liberarnos de qué, de quiénes? ¿Y ese niño por qué no fue concebido bajo el amor real de sus padres, y luego nace, como nosotros? ¿Por qué se oculta el hermoso hecho de la concepción bajo un pretendido acto “divino”? ¿Y eso de tener hijos a escondidas, cualquiera que sea el pretexto, no es lo mismo lo que hoy la sociedad condena? Entonces, en verdad, ¿todo lo que cuenta la navidad es hecho real o simplemente leyenda como ese cuento ingenuo pero interesado del viejito San Nicolás, Santa Claus o Papá Noel, que habita en el polo Norte y desde allí cruza el mundo para traernos regalos? Y el hermanito mayor, más enterado en leyendas y mitos, acota... si, ciertamente, es un cuento que cuenta que siendo obispo actuó en Turquía como San Nicolás, donde se dice que de su fortuna daba regalos a los niños. Pasa a Nueva York e Inglaterra como Santa Claus, y finalmente, en Francia es Papá Noel. Es una  mutación hecha por la religión y la industria-comercio. Un producto, que en su ultima versión, fue recreado por la compañía Coca Cola, a comienzo del siglo XX, década del 1930. Y de esa fecha hasta nuestros días se popularizó...Dense cuenta que los colores de la ropa que usa, son los mismos que usa la marca Coca Cola. Luego el cine comercial-religioso lo extendió y afianzó en el mundo. Y le ha producido una inmensa fortuna, como al comercio mundial, a costa de nosotros ¿pero cómo, ese es el "Santo" que nos "trae" regalos? Y los demás hermanos quedaron pasmados al ser develado el personaje, y todos entendieron el tamaño engaño del que son objeto por una alianza de la industria, comercio y religión.












Y con el mismo tono preguntón, curioso, siguieron interrogándose, arrugando cada vez más sus entrecejos, alternados con el paréntesis de sus leves sonrisas, cada vez más amplias, y sus rostros salpicados de asombros, perplejidades, como las respuestas que entre ellos mismos se daban.


Y yo a su vez, en entresueños, a causa de ese febril dialogar de los niños, repregunto ¿Y puede haber verdadera navidad en un mundo dominado por la violencia bajo sus formas de pobreza, epidemias, el crimen, la guerra, hambrunas, masacres, el engaño, el miedo-temor, el odio, el desamor, los negocios para enriquecerse, y en general, todo género de privaciones? O simplemente, ¿no es  ella, por una parte,  solo una ficción-ilusión que a la fuerza se le hace “una verdad”, por repetición sistemática y milenaria, que llega a velar esta violencia, y acostumbrarnos a convivir con ella. Y por otra parte, es parte del fundamento de la institución del comercio mundial?

Y como vemos todos los días, ¿pueden vivir real navidad aquellas madres que las adversidades de la vida les arrebatan sus hijos, o aquéllos que piden o reciben mendrugos para subsistir o los que no tienen donde guarecerse o que no pueden adquirir suficientes bienes para alimentarse, o que no tienen empleos estables, ni educación ni salud ni completa sanidad, o los que se encuentran preso por disentir o porque roban o matan para vivir. O aquéllos que realmente no ven, no oyen, no sienten porque lo domina la ignorancia, el miedo, el culto, etc., etc.? En verdad, en la desnuda realidad, ¿ellos, esa gran mayoría social, reciben, "viven" una “feliz navidad”? ¿cómo puede ser un vivir verdadero bajo estas condiciones? Y como síntoma de estos tiempos, que ejemplifica esta cruda realidad, hoy en el mundo hay un pequeño país en geografía y en población, pero que sin embargo, es “líder” por las graves calamidades, sumatoria de todas las anteriores señaladas, que padece: y él es Venezuela, quien ostenta este sitial mundial de “grandeza” ¿qué real y verdadera navidad podrá “vivir” el venezolano en permanente angustia por conseguir los bienes de su vida cotidiana, y bajo ese peso del culto chavismo-bolivarianismo-socialismo revolucionario, que lo obliga “vivir” bajo un constante engaño?

Pero dos hijos –una hija y un hijo-, de pocos meses de nacidos, llaman mi atención porque rápido ellos atajan a sus hermanos mayores, y en coro les dicen: pero mejor oigan esto, que responderá a todas sus preguntas: una noche, en el vientre de nuestras madres, soñamos con un caballito azul que corre y corre sin parar por unos campos verdes que corren y corren sobre los rieles de un rayito de luz que el sol talló en sus mediodías, y en la noche, la luna en sus fases, lo pulió. Y nosotros oíamos el ritmo musical de ese tallar del sol y ese pulir de la luna, y el caballito azul, oyendo también su son, relinchaba sin parar de amor y alegría…
  

Y los otros niños, también en coro lo atajaron… miren hermanos, nos parece que ese sueño es casi el mismo cuento que nos contaron nuestros padres, que a su vez, ellos lo leyeron en una pinturita de un caballito azul que alegre corría sobre los rieles de un rayito de sol. Y esa pinturita la pintó un querido amigo de los abuelos, que se llama Luis Luksic que vivió toda su vida pintando, viendo a su caballito azul galopando. Y los dos pequeños, un poco amoscados, le ripostan: ¡pero lo que importa que eso que contamos es el sueño que contiene una verdad anidada en el vientre de toda madre, aún por conocer, y que debemos aprender a conocerla para construirla, y llegar con ella a vivir la vida verdadera, y así empezar a resolver todo el padecimiento que existe, y que hoy bajo engaño, se tiene como vida! Entonces, al unísono, se ponen de pie: ¡vamos a vivir con la verdad y por la verdad. Pongámonos a construir esa verdad que contiene el cuento del caballito azul galopando sobre campos verdes que corren sobre los rieles de un rayito de luz! Y yo, en voz baja, agrego: mientras exista este padecimiento general, que sufren los cuasihombres de hoy, jamás podrá existir una navidad o fiesta de fiesta, que mundialmente celebre nuestro nacimiento sobre el planeta Tierra. Cuando logremos extinguirla si habrá esa fiesta universal.

Y así caerá el mito. Y se devela la realidad, que realmente en aquella sociedad de aquél entonces, lo que estaba ocurriendo era el tránsito de la cerrada familia matriarcal a la familia patriarcal, y de paso, reafirmar que toda concepción en la vida orgánica es producto de la fusión de células, y en la humana, bajo la unión que se produce por el amor terrenal, real y verdadero. Y que ésta es una verdad fundamental, la única que funda la familia. Pero ¿por qué esta verdad de la historia y de la biología se oculta bajo un mito religioso? ¿quién se beneficia de este engaño? Y es ésta, una hermosa verdad, la real realidad, que construye unión en amor, justicia, libertad y belleza ¿Por qué ocultarla bajo un mito-dogma que avala una presunta “potencia divina” venida del cielo? Quizás eso podría pasar como un “bonito” cuento –como tantos otros-, pero que hoy sabemos que es una reminiscencia de la mitología griega, donde los dioses “tenían hijos”. Pero nunca, jamás, podrá ser una verdad, real realidad, menos ocultar, un hermoso hecho humano.


Y siguiendo el cuento, hoy, estos hijos de hijos, andan tallando de día su vivir, y de noche, en sus sueños, puliéndolo para un mejor vivir… siempre viviendo en pos de la verdad… Y bajo una pura, y auténtica verdad, fraguada con trozos de futuro, construyen su propia navidad, ajena a la que por tradición y creencia religiosa, este tiempo ha venido ofreciendo bajo un engaño repetido. Porque la navidad, que por milenios, nos han venido vendiendo, como “hecho divino”, es toda una “creencia” milenaria –devenida en un comercio organizado e institucionalizado- que a fuerza de tradición repetida por siglos se quiere hacer real verdad, realidad.

Y un sentimiento vital que flota, como atmósfera, en el patio de mi alma, estimulado por las interrogantes que avivan la mente de mis niños, en rebeldía manifiesta: que por muy “santa” o “divina” o “espiritual” que sea una leyenda, mito, cuento, profecía, tradición o creencia religiosa, ésta nunca puede ni podrá convertirse en verdad, jamás fantasearse para hacerse real realidad bajo ninguna forma de realismo mágico, mucho menos, cuando se sabe que lo que se quiere es preservar un Poder -sea terrenal y/o “extraterrenal”-, sobre la vida del hombre. Y, porque, la mentira o engaño, por muy “bella” que se le presente, bajo mucho “amor” que se ofrezca, nunca enseña ni construye verdadero amor, libertad, justicia, alegría, y bondad, mucho menos, mutarse en verdad, en real realidad. Siempre es, y será, una mentira, un engaño, por muchos que sean los siglos que subsista bajo la forma de tradición religiosa, que en el tiempo se hace praxis social para instituir una -de las tantas- “escuela” de la ignorancia. Y la mentira o engaño, bajo la forma que sea, el propósito o intensión que tenga, y cualquiera sea el tiempo que dure, siempre es, y será, una agresión a la inteligencia, al espíritu, al alma humana.

Y porque esta convicción está inscrita en el tiempo porvenir, es que de esa navidad que construyen mis niños, tomo pociones de ella para también hacer la mía, fundida a las vivencias-remembranzas de mis madres, Carmen Susana, Carmen Ramona, Andrea Josefina, Luna, y la abuela Ana, todas en una sola, la madre perenne, a nombre de todas las madres de la tierra. Y durante estas noches –y todas las del real tiempo-, salgo al palio cubierto por un cielo de estrellas, y me pongo a vivir bajo los efluvios que llueven de sus espíritus. Y recuerdo, que de ellas, cuando niño, también oí el mismo cuento del caballito azul, y aquí lo sigo oyendo, y luego, lo seguiré oyendo allá con ellas. Y entre las constelaciones, Osa mayor y Osa menor, montado sobre la estrella Polaris, siempre miro el correr del caballito azul, relinchando de amor por toda esa región del océano azul cielo. Y es de ellas -mis madres-, y de ellos -hijos de hijos-, que me hago la navidad que vivo, no sólo en cada diciembre, sino en la fusión de todos los tiempos, en cada fragmento del tiempo de la vida. 


Y qué inmensa alegría siento porque sé que otros, también, viven con esta navidad. Y otros, que aún no la viven porque hoy padecen una oscura y cruel realidad, más luego, mañana, despojado de ella, también la vivirán. Entonces, todos la viviremos por todos los tiempos bajo el espaciotiempo del Universo. Y entendida así esta navidad, con este sentido –la verdad, siempre la verdad-, y muy adentro, en la profundidad de cada uno de nosotros –real gozo y alegría-, como una auténtica realidad, podemos decir ¡feliz navidad y tiempo porvenir!


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