En el patio de aquella casa
plantado en la tierra del alma
arbusto guayabo
bellísima tu flor
concentra la vida
¿y sabes por qué?
porque de tu flor nace
el fruto la guayaba
simple manantial de almíbares
y de sustancias nutrientes
Y su semilla síntesis de esa vida
repetirá sin rupturas el mismo ciclo
arbusto guayabo
¡quisiera vivir como tú vive tu vida!
en aquel patio de aquella casa
Y al mundo el que se
está gestando
entre las frazadas
del tiempo porvenir
¿en tus surcos
fértiles se sembrarán
aquel mismo guayabo
de aquel patio?
para que su almíbar
gota a gota
discurra al cuenco
de tus manos
fábricas de
aquellas mermeladas
que otra vez
dulcificarán la vida
pero ¿cuándo habrá
de manar
la fructificación
de tu cosecha?
Madre amada Carmen Ramona
Carmen como Carmen
Susana mi madre
las dos pura constelación
de “Cármenes”
que es igual decir
constelación Géminis
¿para dar testimonio
del origen cósmico?
Y madre aún escucho
tu voz… ¡y camucha!
expresiva frase
llena de gracia picaresca
llana sencilla como
tú misma persona madre
que me decías expresando
tú cariño a mi madre
vivencia entrañable
que en lo hondo cargo y
desde allí te digo
lo que seguro ya tú sabes
¡ahí va a tu seno otro de tus queridos hijos!
Esteban, “Estebita”
o “Casupito” o “Sevilla”
como le llamamos
entre bromas y afectos
que brotan del
cariño y la hermandad
aliñados por la
imaginación popular que
hace su retrato tal
como fue y sigue siendo
ahora Esteban
guayaba verde en tus brazos
Ahora
en navegación abierta en ese azul
Esteban
buen amigo callado mansedumbre
muy diligente y siempre de trato respetuoso
afectuoso
hombre tranquilo y de poco hablar
enemigo
de las peleas y discusiones
simplemente
ajeno a las violencias
típico
carácter con el que le conozco
y
siempre le veía cerca de ti acompañándote
rasgos
que señalo para que sean su fotografía
viva
que no pude insertar entre esta prosa
pero
pongo dos de su más entrañable amor
Y madre como abeja
incansable en el duro trabajo diario
recuerdo oírte imperiosa
pero tonalidad cálida de tu voz
¡necesito comprar…quiero buscar…hacer esta diligencia…
y se oye la
respuesta del hijo Estebita siempre oportuna
yo voy mamá…yo lo hago mamá…sí mamá…
y se sella un nexo
particular distintivo entre madre e hijo
porque Estebita como
tantos otros de los hijos amados
normalmente estaban
por allí algo cerca a tiro de tú voz
para lo que tú
requerías en los momentos de tú quehacer
como Chila que
revivo como esa misma flor de guayaba
que como ella fue
es sigue siendo fuentes de almíbares
y ser madre ¿acaso no
es parir a los hijos para amarlos?
y lo sé porque
madre Ramona me lo decía más de una vez
en aquellas tardes
que me regalabas en el porche de la casa
donde yo extraía de
tu conversa aquel zumo de tú amor que
bebía sin llegar a
colmarme y que todavía acompaña mi vida
y enfrente el
alegre almendrón que solía prestar su sombra
Y hondo
me vibra la onda ¡Chila! ¡Cecilia!, como también
la del
hijo, ¡Esteban! en voz amorosa, que recuerdo oírte
e inevitable
me llega la imagen del otro Esteban, el padre
el
maestro albañil en la construcción de lo que viniera
en la mezcla de la arena y cemento del pegado
de bloques
y en
el tiempo convenido entregaba listo todo el trabajo
fue persona
fuerte algo huraño pero afectuoso apacible
y totalmente
ajeno a exculparse del trabajo contraído
fuimos
amigos patentizado en nuestro saludo habitual
¡Don Esteban! y su invariable respuesta ¡cómo está mijo!
acompañada
de su palmada algo fuerte pero afectuosa
que él
daba girando la mano para darla con su dorso
y le
conocí como hombre más “amigo” del sí
que del no
como igual
lo era su hijo Estebita en su trato con la gente
ambos
se parecían como si sus rasgos se
intercambiaban
Y ahora madre Carmen
Ramona iza su vela tú hijo
Estebita, Casupito el
diligente el del trato respetuoso
el que absorbió de
ti el amor que ofrendaba a aquella
esposa fiel y dulce
Georgina y a su amada hija única
y vivir con gran
devoción a ese amor que le entregaste
tanto que aun
viviendo aparte no dejaba de ir a la casa
quién después de
luchar por defender su derecho a vivir
se ve obligado a
preparar su equipaje y salir a buscarte
y como atañe a su
modo de ser parte una madrugada
y va a ese
entrañable refugio ya conocido: tu regazo
y aquí abajo en
esta Tierra yerma de ausencia de todo
oímos tú alegría al
recibirlo entre tus brazos de amor
y las palabras
melodía de irrompible lazo ¡madre! ¡hijo!
y el sonido inconfundible
del abrazo que ambos se dan
Y lloviznas
¿lágrimas que escapan de tu fuente?
humedecen
mi piel ¿o también ligero llanto del alma?
hasta
las mucosas de mi garganta para ayudar al grito
protestante
contra la tanta persistencia de este tiempo
en
truncar la vida y obstruir el curso del ciclo de la vida
Y
coño! brota este llanto de amor pero también de rabia
por
este hombre o cuasi hombre de brazos
cruzados que
parece
solo mirar ¿mirar qué? ¿esperando qué? Pero ya
Casupito como
testimonio ha cruzado el inmenso azul
bajo
los dulces acordes del adagio de violín y orquesta
Hojas del guayabo su flor el fruto que se asoma la expresión de la verdadera vida |
Y
para quienes lo entiendan y para los que no lo entiendan –o no quieran
comprenderlo- a esta imagen de la vida guindo este Epigrama
Dime luna ¿cómo por qué para qué?
de luna nueva o noche sin luna
a luna llena o plenilunio o noche de luz
y entre ambas el sol tajeándote en gajos
pero siempre navegando en giro elíptico y
redonda llegas a cumplir tú ciclo existencial
con tus mareas que dan vida a la Tierra pero
la del hombre también se tajea en el tiempo
aunque pocas veces cumple su ciclo natural
más de las veces abrupta truncándose
en este tiempo que vive en la violencia
¿cuándo su vida será como vida de luna?