martes, 8 de septiembre de 2015

Esteban que llaman Casupito



En el patio de aquella casa
plantado en la tierra del alma
arbusto guayabo
bellísima tu flor
concentra la vida
¿y sabes por qué?
porque de tu flor nace
el fruto la guayaba
simple manantial de almíbares
y de sustancias nutrientes 

Y su semilla síntesis de esa vida
repetirá sin rupturas el mismo ciclo
arbusto guayabo
¡quisiera vivir como tú vive tu vida!
en aquel patio de aquella casa



Y al mundo el que se está gestando
entre las frazadas del tiempo porvenir
¿en tus surcos fértiles se sembrarán
aquel mismo guayabo de aquel patio?
para que su almíbar gota a gota
discurra al cuenco de tus manos
fábricas de aquellas mermeladas
que otra vez dulcificarán la vida
pero ¿cuándo habrá de manar
la fructificación de tu cosecha?


Madre amada Carmen Ramona
Carmen como Carmen Susana mi madre
las dos pura constelación de “Cármenes”
que es igual decir constelación Géminis
¿para dar testimonio del origen cósmico?
Y madre aún escucho tu voz… ¡y camucha!
expresiva frase llena de gracia picaresca
llana sencilla como tú misma persona madre
que me decías expresando tú cariño a mi madre
vivencia entrañable que en lo hondo cargo y
desde allí te digo lo que seguro ya tú sabes
¡ahí va a tu seno otro de tus queridos hijos!
Esteban, “Estebita” o “Casupito” o “Sevilla”
como le llamamos entre bromas y afectos
que brotan del cariño y la hermandad
aliñados por la imaginación popular que
hace su retrato tal como fue y sigue siendo
ahora Esteban guayaba verde en tus brazos

Ahora en navegación abierta en ese azul
Esteban buen amigo callado mansedumbre
 muy diligente y siempre de trato respetuoso
afectuoso hombre tranquilo y de poco hablar
enemigo de las peleas y discusiones
simplemente ajeno a las violencias
típico carácter con el que le conozco
y siempre le veía cerca de ti acompañándote
rasgos que señalo para que sean su fotografía
viva que no pude insertar entre esta prosa
pero pongo dos de su más entrañable amor

Y madre como abeja incansable en el duro trabajo diario
recuerdo oírte imperiosa pero tonalidad cálida de tu voz
¡necesito comprar…quiero buscar…hacer esta diligencia…
y se oye la respuesta del hijo Estebita siempre oportuna
yo voy mamá…yo lo hago mamá…sí mamá…
y se sella un nexo particular distintivo entre madre e hijo
porque Estebita como tantos otros de los hijos amados
normalmente estaban por allí algo cerca a tiro de tú voz
para lo que tú requerías en los momentos de tú quehacer
como Chila que revivo como esa misma flor de guayaba
que como ella fue es sigue siendo fuentes de almíbares
y ser madre ¿acaso no es parir a los hijos para amarlos?
y lo sé porque madre Ramona me lo decía más de una vez
en aquellas tardes que me regalabas en el porche de la casa
donde yo extraía de tu conversa aquel zumo de tú amor que
bebía sin llegar a colmarme y que todavía acompaña mi vida
y enfrente el alegre almendrón que solía prestar su sombra


Y hondo me vibra la onda ¡Chila! ¡Cecilia!, como también
la del hijo, ¡Esteban! en voz amorosa, que recuerdo oírte
e inevitable me llega la imagen del otro Esteban, el padre
el maestro albañil en la construcción de lo que viniera
 en la mezcla de la arena y cemento del pegado de bloques
y en el tiempo convenido entregaba listo todo el trabajo
fue persona fuerte algo huraño pero afectuoso apacible
y totalmente ajeno a exculparse del trabajo contraído
fuimos amigos patentizado en nuestro saludo habitual
¡Don Esteban! y su invariable respuesta ¡cómo está mijo!
acompañada de su palmada algo fuerte pero afectuosa
que él daba girando la mano para darla con su dorso
y le conocí como hombre más “amigo” del que del no
como igual lo era su hijo Estebita en su trato con la gente
ambos se  parecían como si sus rasgos se intercambiaban

Y ahora madre Carmen Ramona iza su vela tú hijo
Estebita, Casupito el diligente el del trato respetuoso
el que absorbió de ti el amor que ofrendaba a aquella
esposa fiel y dulce Georgina y a su amada hija única
y vivir con gran devoción a ese amor que le entregaste
tanto que aun viviendo aparte no dejaba de ir a la casa
quién después de luchar por defender su derecho a vivir
se ve obligado a preparar su equipaje y salir a buscarte
y como atañe a su modo de ser parte una madrugada
y va a ese entrañable refugio ya conocido: tu regazo
y aquí abajo en esta Tierra yerma de ausencia de todo
oímos tú alegría al recibirlo entre tus brazos de amor
y las palabras melodía de irrompible lazo ¡madre! ¡hijo!
y el sonido inconfundible del abrazo que ambos se dan

Y lloviznas ¿lágrimas que escapan de tu fuente?
humedecen mi piel ¿o también ligero llanto del alma?
hasta las mucosas de mi garganta para ayudar al grito
protestante contra la tanta persistencia de este tiempo
en truncar la vida y obstruir el curso del ciclo de la vida
Y coño! brota este llanto de amor pero también de rabia
por este hombre o cuasi hombre de brazos cruzados que
parece solo mirar ¿mirar qué? ¿esperando qué? Pero ya
Casupito como testimonio ha cruzado el inmenso azul
bajo los dulces acordes del adagio de violín y orquesta


Hojas del guayabo su flor el fruto que se asoma
la expresión de la verdadera vida
Y para quienes lo entiendan y para los que no lo entiendan –o no quieran comprenderlo- a esta imagen de la vida guindo este Epigrama

Dime luna ¿cómo por qué para qué?
de luna nueva o noche sin luna
a luna llena o plenilunio o noche de luz
y entre ambas el sol tajeándote en gajos
pero siempre navegando en giro elíptico y
redonda llegas a cumplir tú ciclo existencial
con tus mareas que dan vida a la Tierra pero
la del hombre también se tajea en el tiempo
aunque pocas veces cumple su ciclo natural
más de las veces abrupta truncándose
en este tiempo que vive en la violencia
¿cuándo su vida será como vida de luna?


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