Lo mismo que el mar
ama a sus peces
también la amistad
hecha hermandad ama
a los amigos verdaderos
en cualquiera circunstancias
Hola!
amigo Enrique Mata…, mata de
apellido, y también de planta verde porque
siempre has vivido, y como decimos los carupaneros, aún vive. Y vives por tus propias ganas de vivir, y también porque estás
lleno de amor, de tu sustancia imperecedera: Miriam.
Y
tiempo tenía sin saber nada de ti, y también de ella, Miriam, tu amor cosida a
la piel de tu cuerpo, pero por una voz querida,
y luego en prosa LA DIFICIL TRAVESIA DEL VIVIR, del 21 de octubre, en Embusteria, supe de ambos, porque es imposible
saber de ti, sin saber de tu otra mitad, de Miriam,
en quién tú mismo te ves y vives, viéndote en la sonrisa y vida de ella,
sonrisa y vida que la hizo –y la hace- presencia permanente. Y hablo en
presente, porque se ama siempre en presente.
Y
en ese día me enteré de un acontecimiento, el que hondo ha estremecido tú Ser,
tú alma. Acontecer que quiso apagar tu risa, tu alegría, interrumpir tu vivir.
Y es que este tiempo –mal llamado de vida-
no tolera que realmente se viva, y menos vivir repartiendo ganas de
vivir, y sin límite. Porque este tiempo existe para estar constantemente
amenazando en el derecho a la vida, interrumpirlo cada vez que pueda, querer
siempre provocar la ruptura de la vida verdadera, sobre todo, cuando se trata
de una vida que se vive con amor: Miriam. Pero, ¿acaso, lo logró?
Creo
que ciertamente logró una cisura física en tu vida, pero sólo eso: una cisura
física, y no habrá que cansarse de repetir que solo es física, carne que te estremeció el alma, pero en contrapartida profundiza una realidad
absoluta, tu hermosa realidad, la del amor, almacenado en Miriam, como delicada
vasija de arcilla, que ahora crecerá en ti, en el infinito de siempre… y ahora,
ese he vivido para seguir viviendo registrarás
como onda e imborrable huella en tu biografía, y se acrecentará para que tú y
Miriam vivan para siempre en la más alta condición de espiritualidad, que ha de
seguir redefiniéndote como Ser concreto humano.
Y
en mí, en nosotros, tus amigos, dónde tu amistad desde hace tiempo se hizo hermandad, con el corazón en las manos, aunque
temblorosas, te digo, decimos, Enrique, pa’lante
está la vida. Y es imprescindible, necesaria seguir cultivándola para que sigas
amando a Miriam. Y con esa vida, verdadera -que podemos vivirla pese a este
tiempo, haciendo del dolor un aliado para fortalecernos en su conquista
definitiva-, mi abrazo, nuestro abrazo, de honda solidaridad de hermano.
Y
es una solidaridad como la de este trozo de mar caribe que te ofrendo… No, hermano,
no es de Margarita, es de Carúpano, y si no lo recuerdas, te lo recuerdo, es un
trozo caribeño mirado desde Guayacán las flores, y fíjate ese oleaje –comienza
caer la tarde con una tenue luz plata-, olas que van y vienen para llevar dosis
de vida a la playa de la costa, olas que como olas nunca se separan, como tú y
Miriam, dos amores en uno solo para que sigas viviendo, pese a los obstáculos,
en risa, en alegría, como tú y ella, lo vivieron, y lo viven.
Hermano
Enrique, en mí, guardo esa sonrisa tan particular de Miriam, que recuerdo cada
vez que ella nos la ofrendaba, alumbraba su rostro para entregarnos su amistad,
y la atesoro como su inolvidable retrato, y con ella a ti… Enrique Pa´lante es que va la vida!