Y en este tiempo llamado “de vida”, un algo humano –aún el obtenido en grietas, hendiduras o
rendijas que filtran la luz- lo conquistamos con esfuerzos, tesón, luchas constantes: permanente combate por la vida. Y construimos un “sistema métrico decimal mínimo” de la
vida a paso lento, con mucho amor, dolor constante, pocitos de lágrimas, e
intermitentes estallidos de suspiros, envueltos en trazos de alegrías, teñidos
con pizcas de melancolías. Y este “Sistema”
en manos y corazón de los que viven para amar, sirve como matemáticas para medir ese algo arrancado a este tiempo. Y sintiendo como en éxtasis, cada alba, amanecer auroral o mirando tardes sepias crepuscular o
noches estrelladas que la luna navega -en curvas pinceladas o acordes
nocturnales-, sobre un horizonte –a veces luminoso, a veces en penumbra- llevado
muy adentro, ese algo lo vamos tallando, y a gotas, destilándose, se va vertiendo
en el gran tazón de los anhelos que con el empuje del amor como fuerza de
gravedad, permeando todo el alma, hala la vida hacia adelante. Y cómo ese sistema –persistente en infinitésimas
dosis- mide productos admirables! Y en 96 años, casi una centuria de fruticultura
vida, una mujer que ama en este difícil tiempo ¿faltará un algo que aún no habrá logrado?
De jaced
Eres Zaira Andrade
Azul intenso tú vivir
Poesía como la de la oruga
que camina hacia su crisálida
para mutarse en mariposa
Flor de baile que se hace esperar y
abre lenta para embellecer la noche
Panal de miel tú corazón
para quien necesite su calor
para quien necesite su calor
Fruta para dar a luz la semilla que
como esperanza
siembras en el surco
Espiga de caña de azúcar que más
alta crece para hacerte más dulce
Otoño habitando en la estación otoño
para estar anunciándonos primavera
Hija que bajo el dolor naciste a la luz
para crecer como trigo dando alegría y
Bella mujer que en tu ciclo te haces madre
para extinguir las tinieblas de este tiempo
con ese tuyo vivir arcoíris extendido
con ese tuyo amor que encuentra lo bello
con esa tuya alegría que enciende fogatas
con esa solidaridad que hace comunión
y con los hijos de tus hijos que
constante te prolongan en el tiempo
y así avanza en amor tú vida para aprender
aquellos que con sed nos asomamos a tú tazón
De jaced
Mi Zaira
Qué
decirte que no te haya dicho en esta historia sideral que compartimos, en este
ritual de amor que se instala en los días, como un modo inequívoco de ejercer
el oficio de vivir.
Tú
eres el huerto y yo la jardinera. Tú eres la tierra de donde brotan las
cosechas. Yo soy quien las recoge extasiada para devolvértelas en una imagen,
un verso o un poema.
Tú
eres la arcilla y yo el cántaro que vas moldeando con tus dedos, para que en él
quepa el agua que corre río arriba y en los estanques que le ofrecen sus
orillas a los barquitos de papel.
Tú
eres el cauce por donde fluye la energía que luego esparces como una rosa
aromada a los cuatro costados de toda resurrección. Uno es tu discípulo,
aprendiendo cada día a descifrar el lenguaje de las ventiscas, el abecedario de
los luceros, el cántico del avestruz y el murmullo vital que los
niños guardan en sus párpados para poder mirar.
Soy
como unos de los miles de niños que te tocó atender en el Hospital J.M. de los
Ríos, que llegaban a tu regazo desvalidos y vulnerados y tú los devolvías con
una coraza de sonrisas, un esperanza en el umbral de sus penurias, un manjar de
porvenir en sus pupilas.
Nada
distinta soy a quienes han tenido el privilegio de conocerte, de recibir tus
dones, de ser recolectora de tus palabras, tus sueños, tus conflagraciones
cósmicas, capaces de crear, de un continente a otro, un espacio irisado de
vientos protectores y de lluvias aromadas de abrilerías.
En
verdad quien eres y lo que haces es escribir una diáfana lección de vida que es
un credo, un código de amores sin escritura, pero con señales luminosas que
indican de qué barro de sensibilidad estamos hechos los humanos.
No
has plantado cercas ni fronteras. Te das a quien se te acerca para enseñarle a
recibir y a su vez a convertirse en repartidor de los dones que el corazón trae
desde su génesis.
Eres
abrazo extendido, regazo sin límites, para que quien se acune entre tus gestos
amorosos, se haga amoroso a su vez. Alcance a ese otro que somos para formar
esa comunidad humana que requerimos y que aún no hemos logrado alcanzar.
En
medio de esta terrible, dura y devastadora prehistoria del hombre, tú invocas
el que habrá de nacer de tanta muerte y dolor que hemos acumulado. Le
dices a cada uno que es posible ser cosmos y a la vez aprender a reconocerlo en
el ala traviesa de un colibrí, o en las diminutas grietas de un guijarro a
quien el agua le ha colocado su rúbrica.
Y
con ese equipaje frugal, esencial e invisible nos hacemos aptos para edificar
la vida, erradicar lo accesorio e ir al encuentro de los signos vitales del
universo, para con ellos irradiarlos sobre esta pobre y triste tierra, hasta
que se instale colectivamente un tiempo de y para una verdadera humanidad.
Así te veo, mi Zaira Maga, haciendo del vivir un permanente ritual de amor. Y así te requerimos.
Así te veo, mi Zaira Maga, haciendo del vivir un permanente ritual de amor. Y así te requerimos.
Hoy
01 de abril cumples 96 y al mismo tiempo se da inicio al nuevo ciclo hasta el
2017, cuando cumplirás los 97. La tarea está servida. Aún te falta mucho por
hacer, por enseñar, por entregar.
Y
a nosotros nos corresponde refundar esa escuela en el interior de nosotros
mismos y en cada espacio posible. Tal vez hablamos de esa idealidad avanzada
que delineó Pío Tamayo en su código de deberes.
Quizás
reinterpretamos a Antonio Machado y su escuela de sabiduría popular. O a ese
poeta gigante Juan Ramón Jiménez quien nos dice: no creo en una humanidad
conjunta más o menos igualada con estas o las otras facilidades, sino en una
difícil comunidad de hombres completos individuales.
Tal
vez recogemos a Aquiles Nazoa quien hablaba de los poderes creadores del
pueblo. O de la luz con la que pincela Reverón los atardeceres de mar.
Nos
toca con Van Gogh moldear desde el vacío huertos de girasoles y sembradíos de
lirios. Con Beethoven trasmutar la tristeza en alegría. Y con Bach sacar música
desde el país del alma.
Imaginar
con John Lennon un mundo distinto. Y con Leonard Cohen encontrar la exacta grieta
que dejará entrar la luz que convierta las lágrimas en arcoíris.
Sé
que hay una escuela espontánea, sencilla, que anida en los hombres sencillos y
puros de corazón. Y que sólo falta que algún día brote colectivamente, en ese
Movimiento de Movimientos que le entregue al hombre y a la sociedad, su
condición humana.
Y
tú perteneces a esa estirpe, capaz de desarrollar la esencia de lo que vinimos
a hacer en este punto infinitivamente diminuto del universo. Pero con una
energía sin la cual el propio cosmos no podría mantener su armonía.
¿Qué
tarea más hermosa podríamos cumplir? Que ese sea el festejo, la celebración, la
algarabía, este presente y el porvenir por construir.
Y
allí estaremos, copa en mano, brindando por ti. Va con un muuuuucho extendido e
infinito.
mery
01 de abril del 2016
Fuente: Tomado de embustería
Viernes, abril 01
2016