Madres e
hijos
dos de
las simientes
que
construyen la vida
¡verdadera!
¡Verdadera!
aquellas madres que saben criar
a los
hijos en el crisol del amor
aquellos hijos que saben
amar
para
seguir siendo simientes
¡Oh flores!
Flores que hablan del amor de
quién las sembró para eternizarlo
flores que quieren volar en la brisa
queriendo ser
juglares cantando
versos elevando su copa de vino
que exhalan perfumes y colores
llamando a los polinizadores
para que vengan a trasegar
de flor en flor el polen y
den comienzo a la fiesta
de la germinación en este
pequeño palmo de tierra
Y en él bajo el sol yendo
a tejer sus crepúsculos
o las noches encendidas
por el titilar de sus estrellas
imperceptible pero oyéndose
aquel murmullo conservatorio
entre el jazmín
y la cayena
con el viejo arbusto la
trinitaria
y ¡qué susurros de
sus pétalos
sorprendidos por el
amanecer!
Y en su fértil suelo anda el
bejuco de la mata
de auyama
floreando de trecho en trecho
repartiendo su amor amarillo
entre yerba buena
y cilantro
flor de baile y flor
de sábila
hasta el pie de la
cocuiza
con sus pencas abrazando
Y aquella planta la fortuna
de quien la madre decía que
era fortuna tenerla porque a la casa
sólo dejaba entrar la
buena suerte
Y aquella alegría inundando la casa
cantando el
cucarachero o el azulejo
entre las ramas de
la trinitaria
cuando despunta la aurora
o ya cayendo la sepia tarde
uniéndose a las flores en
alto canto a la
madre
Y en esas tardes de luz sepia
como mariposa polinizadora
va
la madre con su cabellera blanca
entre las matas ramoneándolas
y
sus manos prendiéndoles alegría
a cada retoñar de las yemas
mientras regaba las plantas
floreciéndole su dulce sonrisa
Y como si estuvieran esperando la
fresca agua que fertiliza la tierra
uno a uno tímidos grillos
de agua
como despertando de largo sueño
comienzan sus timples cantos
hasta un poco antes del alba
Y cuando la madre
obligada
leva ancla hacia su morada azul
vestida de surrealismos florales
aquella tierra continúa verdeando
bajo aquella trinitaria
y el jazmín
siempre floreciendo regando sus
pétalos púrpuras y blancos
ante el sorpresivo florear en la
madrugada de la flor
de baile
Caen llovizna de melancolías que
encojen el alma porque se siente el
pasar del tiempo de mayo a mayo
esparciendo los rastros luminosos
de la madre entretejiéndose entre
los tenues y dulces cantos de
los grillos y de los pájaros que
recuerdan a la melodía de su risa
dibujándonos su imagen en el alma
Y cómo reverberan vivencias
de aquellas noches hasta el alba
trayendo tonalidades esparcidas
que chorrean hilos de melancolías
de los pétalos púrpuras de la trinitaria
silueteando la imagen de la madre
ensimismada en las volutas de humo
que emana su pipa envolviendo las
ramas como si fueran sus manos
que las van ramoneando
Cuántas fases de lunas pasando
cuántos sol de levantes a ponientes
sobre el sembradío fluorescentes y
cuántos enjambres de crepúsculos
sobre el horizonte del lejano mar
llamando al vivir
de la vida que
se teje en las honduras del alma
como rayitos de sol filtrándose
semejando al amor de la madre