o madrugada tejida de sol y luna
desmadejaba trozos de anhelos
que me interrogan
cuando llega mi madre envuelta en brisa marina
y de su cesta de maíz deja caer la interrogante ajena
que acuesta a mi costado con premura exigencia:
hijo, dicen que he muerto ¿es cierto que estoy muerta?
Hijo, levántate!
y deje que te lleve al osario de mis huesos!
Y esa mañana del 24 de diciembre del 2010
fresco los trajines de navidad para la “noche buena”
nos llegamos al camposanto “la primavera”
ella delante, yo un poco atrás,
y entre ambos la interrogante interrogándose a si misma
Viendo su espalda recordé
las largas madrugadas al molino de maíz
la brisa olor a mar con cantos de gallos bañando mi rostro
y aquél crepitar de leños encendidos en el fogón
donde sus hábiles manos asaban cientos de arepas
y cómo bajo su protector amor aprendía a hacerme hijo
recuerdos que me vuelven a mi andar de muchacho.
no salieron al encuentro
como si hubieran librado una reciente batalla
se abría en un hondo hueco como grito
rebosante de rabia en solemne silencio
como los pétalos y hojas de las trinitarias
explicando al sol en airada larga sonata:
Vivir,
amaos los unos a los otros,
vivir,
en sociedad de hermanos!
Y en seguida despliega como vela blanca su risa
acalla la interrogante y susurra a mi corazón:
ves hijo, me buscaban, y saben que estoy viva
en el mar
en la tierra
en el viento
en los niños que aprenden a ser hijos
en la mujer que aprende a ser madre
en el hombre que lucha por ser humano
en ti
viva, siempre.